Las vitrocerámicas se limpian fácil y rápidamente. Su superficie es totalmente lisa, convirtiéndose en una práctica encimera de apoyo y trabajo cuando está fuera de uso.
Las de inducción, además no carbonizan los alimentos que se vierten durante la cocción.
VITROS: Disponen de una resistencia eléctrica o de lunes halógenas bajo el cristal, que son las encargadas de alcanzar la temperatura necesaria y trasladarla a los recipientes por contacto.
INDUCCIÓN: Se basan en la creación de corrientes magnéticas que circulan entre sartenes o cacerolas y la misma placa. Este tipo de tecnología requiere un menaje especial con fondo ferrítico que propicie la formación de dichas corrientes.
Ambas cuentan con sistemas de control de temperatura.
A nivel de terminaciones, existen vitrocerámicas que se enrasan perfectamente con la encimera, otras que llevan un cerquillo metálico alrededor, y otras biseladas en el mismo cristal vitrocerámico.
Debemos asegurarnos de contar con las siguientes seguridades: